Frase del día

miércoles, 25 de septiembre de 2013

martes, 24 de septiembre de 2013

Comunicarse por Messenger (sin faltas)

La importancia de la comunicación

Comunicarse por Messenger (sin faltas)

Introducción

El servicio de mensajes cortos o SMS (Short Message Service) y el Messenger (servicio de mensajería instantánea) han supuesto una auténtica revolución en el mundo de la comunicación y han modificado nuestra forma de relacionarnos. Pero… ¿respetamos las normas ortográficas en este tipo de mensajes?

En este proyecto vas a comprobar que se puede utilizar el Messenger para conocer mejor a algunos compañeros y compañeras y, al mismo tiempo, repasar lo que has estudiado sobre las funciones del lenguaje y las modalidades del enunciado; además, pondrás en práctica las normas de acentuación de los interrogativos. Para conocer el terreno en el que te mueves, primero te informarás sobre el origen del servicio de mensajería instantánea y sobre sus características; después, repasarás algunos aspectos de la Unidad 1 y realizarás ejercicios para comprobar lo que sabes. Por fin, abrirás una cuenta de Messenger (si no la tienes) y participarás en una conversación para aplicar lo que hayas aprendido. Ya verás cómo utilizar lo que aprendes en clase de Lengua no tiene por qué ser aburrido…

Plan de trabajo

El objetivo de esta actividad es utilizar el Messenger para conocer mejor a algunas personas de tu clase y, además, lo tienes que hacer respetando la corrección ortográfica. Para conseguirlo, vas a seguir estos pasos:
  • Informarte sobre el servicio de mensajería instantánea (Messenger).
  • Repasar las funciones del lenguaje y las modalidades del enunciado.
  • Aplicar las normas de acentuación de los interrogativos.
  • Abrir una cuenta de Messenger (si no la tienes) y agregar contactos.
  • Participar en un grupo de Messenger poniendo en práctica lo que has aprendido.

Herramientas

Para llevar a cabo este trabajo, vas a necesitar:

Herramientas Para…
Ordenador - Obtener información sobre el servicio de mensajería instantánea (Messenger):
- Realizar actividades interactivas sobre aspectos relacionados con las conversaciones escritas: las funciones del lenguaje y la acentuación de los interrogativos.
- Abrir una cuenta de correo y descargar el Messenger:
- Participar en una conversación utilizando el Messenger.
Cuaderno
- Anotar información sobre el servicio de mensajería instantánea.
- Anotar las preguntas destinadas a conocer mejor a algunas personas de tu clase.
Libro de texto - Recordar tus conocimientos sobre las funciones del lenguaje y las clases de oraciones según la modalidad.
  • Unidad 1. Funciones del lenguaje (páginas 10-11).
  • Unidad 1. Modalidad del enunciado (páginas 14-15).

Tiempo

El proyecto te ocupará dos horas aproximadamente.
Tiempo Para…
Una hora
- Conocer las características y la historia del servicio de mensajería instantánea.
- Repasar las funciones del lenguaje y las clases de oraciones según la modalidad.
- Realizar un ejercicio sobre la acentuación de los interrogativos.
Una hora
- Abrir una cuenta de Messenger y crear un grupo de conversación.
- Participar en un grupo de conversación utilizando el Messenger.

Procedimiento

Tarea 1. El servicio de mensajería instantánea (Messenger)

http://es.wikipedia.org Abre ventana aparte
  • Acude a la enciclopedia Wikipedia y escribe en el Buscador “Mensajería instantánea”; después pulsa Ir para acceder al artículo.
  • Lee el artículo y después responde en tu cuaderno.

    1. ¿En qué se diferencian la mensajería instantánea y el correo electrónico?
    2. ¿Qué es un mensaje de estado?
    3. ¿Qué es un avatar?
    4. ¿En qué año se creó la primera forma de mensajería instantánea?
    5. ¿Qué otras formas de comunicarse ofrecen actualmente algunos servicios de mensajería instantánea?
  • Poned en común vuestras respuestas para verificarlas.

Tarea 2. Funciones del lenguaje y modalidades del enunciado.


  • Repasa en la Unidad 1 de tu libro de texto lo que has estudiado sobre las funciones del lenguaje (páginas 10-11) y la modalidad del enunciado (páginas 14-15).
  • Aplica lo que sabes en el siguiente ejercicio.

Tarea 3. La acentuación de los interrogativos

  • Completa las siguientes preguntas con los pronombres, los determinantes o los adverbios interrogativos que necesitan.
  • Anota en tu cuaderno otras preguntas que te gustaría hacer a tus compañeros y compañeras para conocerlos mejor.

Tarea 4. Tu cuenta de Messenger

http://es.msn.com Abre ventana aparte
  • Si ya tienes una cuenta de correo electrónico, debes recordar la dirección y la contraseña. Si aún no tienes una cuenta de correo electrónico, en http://es.msn.com Abre ventana aparte, abre Hotmail, después abre Registrate y en la columna Servicios de Windows Live, pulsa el botón Obtener y sigue las indicaciones. Si todo ha ido bien aparecerán en pantalla los datos de tu nueva cuenta de correo.
  • Busca el software del Messenger en la lista de programas del equipo informático que estás utilizando. Ábrelo y escribe tu dirección de correo electrónico y contraseña; después, pulsa en Iniciar sesión.

Tarea 5. Vuestro grupo de conversación

  • Organizaos en grupos de cuatro o cinco miembros e intercambiad vuestras direcciones de correo electrónico. Inventad un nombre para vuestro grupo.
  • Despliega el menú Contactos de la barra superior y pulsa en Agregar un contacto. Sigue las indicaciones de la ventana que se abre para agregar a todos los miembros de tu grupo.
  • Despliega el menú Contactos de la barra superior y pulsa en Crear un grupo… En la nueva ventana, escribe el nombre del grupo de conversación y marca los contactos que pertenecen al grupo; después pulsa Guardar.

Tarea 6. La conversación

  • Revisa las preguntas con las que has trabajado en la Tareas 3 y 4; después selecciona dos o tres preguntas que consideres interesantes para conocer mejor a tus compañeros de grupo.
  • Llevad a cabo la conversación:
    1. Organizaos por turnos para hacer las preguntas y esperad a que respondan todos los miembros del grupo.
    2. Para intervenir y realizar las preguntas al grupo, pulsa con doble clic en el nombre de uno de lo miembros de tu grupo; desde la nueva ventana, pulsa sobre el icono para invitar a los demás miembros.
    3. Cuando quieras hablar, escribe en la ventanita de abajo y pulsa Enviar. Respeta las normas ortográficas en las preguntas y respuestas. Puedes añadir emoticonos para reforzar las funciones del lenguaje de los enunciados.
    4. Cuando terminéis, no olvidéis despediros y Cerrar sesión.

Evaluación

Escoge la respuesta a cada pregunta a fin de evaluar cómo has desarrollado el proyecto. Anota en tu cuaderno los puntos correspondientes a cada respuesta. La suma de los puntos te dará la puntuación total.
  • a) ¿Con qué interés has realizado el proyecto?
1 Sin interés. 2 Con poco interés. 3 Con bastante interés. 4 Con mucho interés.

  • b) ¿Has sabido responder las preguntas sobre el servicio de mensajería instantánea que leíste en Wikipedia?
1 No. 2 Algunas. 3 Casi todas. 4 Todas.

  • c) ¿Cómo has repasado la información de la Unidad 1 de tu libro de texto?
1 No la he mirado. 2 Por encima. 3 Unos aspectos más que otros. 4 En profundidad.

  • d) ¿Cuántos errores has cometido en la actividad sobre las funciones del lenguaje y las modalidades del enunciado?
1 Más de cuatro 2 Dos o tres. 3 Uno. 4 Ninguno.

  • e) ¿Cuántos errores has cometido en la actividad sobre la acentuación de los interrogativos?
1 Más de cuatro 2 Dos o tres. 3 Uno. 4 Ninguno.

  • f) ¿Has seguido las pautas indicadas para comunicarte con el Messenger y crear el grupo de conversación?
1 No. 2 Las que seguía antes. 3 Las que recordaba. 4 Todas.

  • g) ¿Cómo ha resultado vuestra conversación?
1 Desordenada y poco interesante 2 Ordenada, aunque poco interesante. 3 Interesante, pero desordenada. 4 Ordenada e interesante


25 - 32
17 - 24
8 - 16
¡Enhorabuena!
Has realizado este proyecto con interés y has alcanzado los objetivos que se proponían.
¡Sigue así!
Puedes mejorar…
Tu esfuerzo en el proyecto ha sido medio y los resultados son buenos, aunque se pueden mejorar.
¡Inténtalo en el siguiente!
¿En qué estabas pensando?
No has puesto interés ni esfuerzo en el proyecto y necesitas mejorar
¡Ponte las pilas!

Para saber más

    • Puedes investigar otras utilidades del Messenger: videoconferencia, envío de archivos con imágenes o música…
    • Cuando utilizamos el Messenger, a veces escribimos con el mismo lenguaje que utilizamos en los mensajes de texto que enviamos con el teléfono móvil (SMS), aunque en el servicio de mensajería instantánea no existe limitación de espacio. Existen diccionarios de lenguaje SMS que puedes consultar, como el de http://diccionariosms.com/contenidos Abre ventana aparte.
      1. Abre este diccionario de lenguaje SMS y lee su presentación. Uno de los servicios que ofrece el diccionario es la búsqueda de los símbolos de SMS más extendidos mediante los que se transcriben las palabras y expresiones más usuales. En cada búsqueda, aparecen varias posibilidades y su popularidad.
      2. Observa el menú de la columna izquierda de la página.
      3. Procede así para realizar la búsqueda de cada término:
        • - En el apartado Diccionario… selecciona la opción Consultar SMS.
        • - En el organizador alfabético elige la letra o signo para encontrar el término que buscas.
          Haz clic en él y aparecerán todos los simbolos que comienzan por esa letra.
      4. Busca diversos símbolos SMS que representen palabras y expresiones frecuentes, siguiendo el mismo procedimiento en cada caso.
    • Ten en cuenta que tanto en las conversaciones del Messenger como en los SMS debes respetar las reglas ortográficas de representación de sonidos consonantes; y además, las abreviaturas y símbolos que utilices no deben dificultar la comprensión del mensaje.
    • En http://www.baquia.com/noticias.php?id=10168 Abre ventana aparte podéis leer un artículo sobre la polémica que suscita este tipo de lenguaje y añadir vuestra opinión.
    • Si necesitas consultar la ortografía de alguna palabra que quieras utilizar en tus mensajes, puedes emplear el corrector de Word o alguna página web sobre ortografía:
      1. En el menú Herramientas del procesador de textos, pulsa en Ortografía y gramática. Comprueba cada marca roja y pulsa el botón Omitir o el botón Cambiar:
        • - El botón Omitir te permite seguir con la revisión sin cambiar las palabras o las expresiones marcadas.
        • - El botón Cambiar sirve para cambiar las palabras o las expresiones marcadas: puedes seleccionar las opciones que te ofrece el procesador o cambiarlo en el recuadro donde aparece el término que deseas corregir.
      2. En http://roble.pntic.mec.es/~msanto1/ortografia Abre ventana aparte puedes consultar las reglas ortográficas y, si o necesitas, también puedes realizar ejercicios sobre aquellos aspectos que necesites reforzar.
      3. En http://www.lenguaje.com Abre ventana aparte puedes comprobar la ortografía de las palabras concretas que quieras consultar.


Comunicación por messenger (sin faltas)

Contesta en un documento word a las siguientes preguntas
¿En   qué se diferencian la mensajería instantánea y el correo electrónico?¿Qué es un mensaje de estado?¿Qué es un avatar?¿En qué año se creó la primera forma  de mensajería instantánea?¿Qué otras formas de comunicarse  ofrecen actualmente algunos servicios de mensajería instantánea?

domingo, 15 de septiembre de 2013

ELOGIO DE LA LITERATURA Y LA FICCIÓN


ELOGIO DE LA LITERATURA Y LA FICCIÓN
Discurso de aceptación del premio Nobel de Mario Vargas Llosa

(Se puede encontrar en youtube)
‘Aprendí a leer a los cinco años, en la clase del hermano Justiniano, en el Colegio de La Salle, en Cochabamba (Bolivia). Es la cosa más importante que me ha pasado en la vida. Casi setenta años después recuerdo con nitidez cómo esa magia, traducir las palabras de los libros en imágenes, enriqueció mi vida, rompiendo las barreras del tiempo y del espacio y permitiéndome viajar con el capitán Nemo veinte mil leguas de viaje submarino, luchar junto a D’Artagnan, Athos, Portos y Aramis contra las intrigas que amenazan a la Reina en los tiempos del sinuoso Richelieu, o arrastrarme por las entrañas de París, convertido en Jean Valjean, con el cuerpo inerte de Marius a cuestas.
La lectura convertía el sueño en vida y la vida en sueño y ponía al alcance del pedacito de hombre que era yo el universo de la literatura. Mi madre me contó que las primeras cosas que escribí fueron continuaciones de las historias que leía pues me apenaba que se terminaran o quería enmendarles el final. Y acaso sea eso lo que me he pasado la vida haciendo sin saberlo: prolongando en el tiempo, mientras crecía, maduraba y envejecía, las historias que llenaron mi infancia de exaltación y de aventuras.
(…) Gracias a ellos [a su madre, a su abuelo y a su tío] y sin duda, también, a mi terquedad y algo de suerte, he podido dedicar buena parte de mi tiempo a esta pasión, vicio y maravilla que es escribir, crear una vida paralela donde refugiarnos contra la adversidad, que vuelve natural lo extraordinario y extraordinario lo natural, disipa el caos, embellece lo feo, eterniza el instante y torna la muerte un espectáculo pasajero.
(…) Además de revelarme los secretos del oficio de contar, [los escritores a los que debe algo] me hicieron explorar los abismos de lo humano, admirar sus hazañas y horrorizarme con sus desvaríos. Fueron los amigos más serviciales, los animadores de mi vocación, en cuyos libros descubrí que, aun en las peores circunstancias, hay esperanzas y que vale la pena vivir, aunque fuera sólo porque sin la vida no podríamos leer ni fantasear historias.
(…) Seríamos peores de lo que somos sin los buenos libros que leímos, más conformistas, menos inquietos e insumisos y el espíritu crítico, motor del progreso, ni siquiera existiría. Igual que escribir, leer es protestar contra las insuficiencias de la vida. Quien busca en la ficción lo que no tiene, dice, sin necesidad de decirlo, ni siquiera saberlo, que la vida tal como es no nos basta para colmar nuestra sed de absoluto, fundamento de la condición humana, y que debería ser mejor. Inventamos las ficciones para poder vivir de alguna manera las muchas vidas que quisiéramos tener cuando apenas disponemos de una sola.
(…) Lo quieran o no, lo sepan o no, los fabuladores, al inventar historias, propagan la insatisfacción, mostrando que el mundo está mal hecho, que la vida de la fantasía es más rica que la de la rutina cotidiana.
(…) La buena literatura tiende puentes entre gentes distintas y, haciéndonos gozar, sufrir o sorprendernos, nos une por debajo de las lenguas, creencias, usos, costumbres y prejuicios que nos separan. Cuando la gran ballena blanca sepulta al capitán Ahab en el mar, se encoge el corazón de los lectores idénticamente en Tokio, Lima o Tombuctú. Cuando Emma Bovary se traga el arsénico, Anna Karenina se arroja al tren y Julien Sorel sube al patíbulo, y cuando, en El Sur, el urbano doctor Juan Dahlmann sale de aquella pulpería de la pampa a enfrentarse al cuchillo de un matón, o advertimos que todos los pobladores de Comala, el pueblo de Pedro Páramo, están muertos, el estremecimiento es semejante en el lector que adora a Buda, Confucio, Cristo, Alá o es un agnóstico, vista saco y corbata, chilaba, kimono o bombachas. La literatura crea una fraternidad dentro de la diversidad humana y eclipsa las fronteras que erigen entre hombres y mujeres la ignorancia, las ideologías, las religiones, los idiomas y la estupidez.
(…) Una mañana piurana, de la que todavía no creo haberme recobrado, mi madre me reveló que aquel caballero [el padre que creía muerto, del cual había una foto en su velador], en verdad, estaba vivo. Y que ese mismo día nos iríamos a vivir con él, a Lima. Yo tenía once años y, desde entonces, todo cambió. Perdí la inocencia y descubrí la soledad, la autoridad, la vida adulta y el miedo. Mi salvación fue leer, leer los buenos libros, refugiarme en esos mundos donde vivir era exaltante, intenso, una aventura tras otra, donde podía sentirme libre y volvía a ser feliz. Y fue escribir, a escondidas, como quien se entrega a un vicio inconfensable, a una pasión prohibida. La literatura dejó de ser un juego. Se volvió una manera de resistir la adversidad, de protestar, de rebelarme, de escapar a lo intolerable, mi razón de vivir. Desde entonces y hasta ahora, en todas las circunstancias en que me he sentido abatido o golpeado, a orillas de la desesperación, entregarme en cuerpo y alma a mi trabajo de fabulador ha sido la luz que señala la salida del túnel, la tabla de salvación que lleva al náufrago a la playa.
(…) La literatura es una representación falaz de la vida que, sin embargo, nos ayuda a entenderla mejor, a orientarnos por el laberinto en el que nacimos, transcurrimos y morimos. Ella nos desagravia de los reveses y frustraciones que nos inflige la vida verdadera y gracias a ella desciframos, al menos parcialmente, el jeroglífico que suele ser la existencia para la gran mayoría de los seres humanos, principalmente aquellos que alentamos más dudas que certezas, y confesamos nuestra perplejidad ante temas como la trascendencia, el destino individual y colectivo, el alma, el sentido o el sinsentido de la historia, el más acá y el más allá del conocimiento racional.
(…) la ficción es más que un entretenimiento, más que un ejercicio intelectual que aguza la sensibilidad y despierta el espíritu crítico. Es una necesidad imprescindible para que la civilización siga existiendo, renovándose y conservando en nosotros lo mejor de lo humano. Para que no retrocedamos a la barbarie de la incomunicación y la vida no se reduzca al pragmatismo de los especialistas que ven las cosas en profundidad pero ignoran lo que las rodea, precede y continúa. Para que no pasemos de servirnos de las máquinas que inventamos a ser sus sirvientes y esclavos. Y porque un mundo sin literatura sería un mundo sin deseos ni ideales ni desacatos, un mundo de autómatas privados de lo que hace que el ser humano sea de veras humano: la capacidad de salir de sí mismo y mudarse en otro, en otros, modelados con la arcilla de nuestros sueños’.

CITAS SOBRE LIBROS, LECTURA, ESCRITURA



5. CITAS SOBRE LIBROS, LECTURA, ESCRITURA

"La lectura no es importante porque divierta, ni porque nos transmita información, sino por algo más trascendental: porque la inteligencia humana es una inteligencia lingüística. Sólo gracias al lenguaje podemos desarrollarla, comprender el mundo, inventar grandes cosas, convivir, aclarar nuestros sentimientos, resolver nuestros problemas, hacer planes. [...] Para que nuestra inteligencia sea viva, flexible, perspicaz, divertida, racional, convincente, necesitamos, en primer lugar, saber muchas palabras".

José Antonio Marina, La inteligencia y la palabra (mensaje para el día del libro de 1997 en Castilla-La Mancha)



"Yo nunca os aconsejaré que escribáis nada, porque lo importante es hablar y decir a nuestro vecino lo que sentimos y pensamos. Escribir, en cambio, es ya la infracción de una norma natural y un pecado contra la naturaleza de nuestro espíritu. Pero si dais en escritores, sed meros taquígrafos de un pensamiento hablado. Y nunca guardéis lo escrito. Porque lo inédito es como un pecado que no se confiesa y se nos pudre en el alma, y toda ella la contamina y corrompe. Os libre Dios del maleficio de lo inédito".

Antonio Machado, Juan de Mairena: sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo, Alianza, Madrid, 1995, p. 267.



"If you would not be forgotten as soon as you are dead and rotten, either write things worth reading, or do things worth writing".

Benjamin Franklin



...porque el estilo que tengo me es natural, y sin afetación ninguna escrivo como hablo; solamente tengo cuidado de usar de vocablos que sinifiquen bien lo quiero dezir, y dígolo quanto más llanamente me es possible, porque a mi parecer en ninguna lengua stá bien el afetación".

Juan de Valdés, Diálogo de la lengua, edición de Juan M. Lope Blanch, Castalia, Madrid, 1984, p. 154.



"Écrire n'est pas seulement une activité technique, c'est aussi une pratique corporelle de jouissance".

Roland Barthes.



"Estamos tejidos de la sustancia de los libros mucho más de lo que a simple vista parece. Aun los rasgos más espontáneos de nuestra conducta y nuestras más humildes palabras tienen detrás, sepámoslo o no, una larga tradición literaria que viene empujándonos y gobernándonos".

Alfonso Reyes, citado por Carlos Monsiváis en "Elogio (innecesario) de los libros", en Letra internacional, número 86, primavera de 2005.



"La cultura es conversación. Pero escribir, leer, editar, imprimir, distribuir, catalogar, reseñar, pueden ser leña al fuego de esa conversación, formas de animarla. Hasta se pudiera decir que publicar un libro es ponerlo en medio de una conversación, que organizar una editorial, una librería, una biblioteca, es organizar una conversación. Una conversación que nace, como debe ser, de la tertulia local; pero que se abre, como debe ser, a todos los lugares y a todos los tiempos".

Gabriel Zaid, Los demasiados libros, Anagrama, Barcelona.



"¿Qué mano invisible puso este libro a nuestro alcance? ¿Qué misteriosa influencia nos impulsó a leerlo? Si hubiéramos seguido ignorando su existencia, si todas sus semillas que fructificaron en nosotros -de modo tal que las creímos preexistentes en el espíritu y sólo reveladas por la lectura- se hubieran malogrado: ¿cómo seríamos ahora? ¿Qué parte indeterminable de nuestra alma hubiera permanecido estéril? ¿Qué no hubiera sido y qué continuaría siendo en lo recóndito de nuestro ser moral?".

Rafael Alberto Arrieta, "Encrucijada", en El encantamiento de las sombras, Junta de Castilla y León, Valladolid, 2002, p. 79.



"Yo no sé si las cosas muy profundas pueden decirse de una manera clara y amena; tal vez tengan alguna razón los que creen que no. Lo indudable es que no son profundas todas las cosas escritas en un estilo bárbaro, y que el hecho de no saber escribir no basta para convertir a un hombre en filósofo. No lo digo por los filósofos alemanes, que, sin duda, tenían grandes razones para escribir de un modo confuso, y, entre ellas, la de no saber escribir de un modo claro, sino por los que de esos filósofos se limitan a imitar el modo confuso".

Julio Camba, "Bergson en Alemania", en ABC, 17 de febrero de 1914 (recogido en Páginas escogidas, Espasa, colección Austral Summa, Madrid, 2003, p. 622-623).



"La lectura [...] forma en la construcción de una articulación intelectual. Hacia el interior: en la forma en que se organizan nuestros mundos conceptuales y sensibles, en el modo en que integramos en conjuntos coherentes las miríadas de retazos del universo que nos rodea. Hacia el exterior: en la forma en que aprendemos a jerarquizar, sopesar y modular lo que hemos atesorado dentro, para transmitírselo a otros. La práctica de la lectura entrena en la comunicación con el otro, tanto como forma interiormente".

José Antonio Millán, La lectura y la sociedad del conocimiento, Federación de Gremios de Editores de España, Madrid, 2001.



"Ser por los libros, para los libros, a través de ellos. Perdonar a la existencia su básico trastorno, puesto que en ella hay libros. No concebir la rebeldía política ni la perversión erótica sin su correspondiente bibliografía. Temblar entre líneas, dar rienda suelta a los fantasmas capítulo tras capítulo. Emprender largos viajes para encontrar lugares que ya hemos visitado subidos en el bajel de las novelas: desdeñar los rincones sin literatura, desconfiar de las plazas o las formas de vida que aún no han merecido un poema. Salir de la angustia leyendo; volver a ella por la misma puerta. No acatar emociones analfabetas. En cosas así consiste la perdición de la lectura. Quien la probó, lo sabe".

Fernando Savater, "Leer y leer", en Loor al leer, Aguilar (colección Crisol), Madrid, 1998, p. 109-110.

CITAS SOBRE DECIR, HABLAR, CONTAR





"Las cosas de que voy a tratar en este cuento, ensayo o lo que vaya a ser, y que se refieren, en definitiva, a la esencia y las motivaciones del decir, el contar y el inventar, me vienen preocupando desde hace tanto tiempo e interesando con tanta asiduidad que no sólo soy incapaz de fechar mis primeras reflexiones conscientes al respecto, sino que, dadas las múltiples adherencias que cría un tema tan rico, puedo afirmar que nunca en mi vida me he detenido con verdadera complacencia a pensar en otra cosa".

Carmen Martín Gaite, El cuento de nunca acabar, Trieste, Madrid, 1983.




"Me gusta decir. Diré mejor: me gusta palabrear. Las palabras son para mí cuerpos tocables, sirenas visibles, sensualidades incorporadas. Tal vez porque la sensualidad real no tiene para mí interés de ninguna especie -ni siquiera material o de ensueño-, se me ha transmutado el deseo hacia aquello que crea en mí ritmos verbales, o los escucha de otros. Me estremezco si dicen bien".

Fernando Pessoa, Libro del desasosiego de Bernardo Soares, Seix Barral, Barcelona, 1985, p. 38, tradución al español de Ángel Crespo.




"Parler me fait peur parce que ne disant jamais assez, je dis toujours trop".

Jacques Derrida, citado por Carmen Martín Gaite en sus Cuadernos de todo, Areté, Barcelona, 2002, p. 297.



"Creo que fue Camus quien dijo que una conversación desordenada es pecado. Sin embargo, la ley de la conversación es el meandro, la digresión e incluso la interrupción brusca, que la deja en el aire, alimentando el futuro para que no se canse de esperarnos".

Francisco Solano, Bajo las nubes de México, Areté, Barcelona, 2002, p. 297.



"En la vida moderna damos una exagerada importancia a las conclusiones y las aplicaciones. La conversación no tiene 'conclusión', no ha de llegar a ninguna parte, y la mayoría de las veces acaba conduciendo a más conversación antes que a soluciones o respuestas. [La verdadera conversación es] la que da vueltas y más vueltas a las ideas y experiencias, satisfaciendo al alma con sus matices antes que con explicaciones o revelaciones extraordinarias. [...] La conversación flota en el aire entre las personas, se pone en movimiento sin apresurarse, encuentra su ritmo y va disminuyendo de velocidad hasta terminar. Supongo que es posible una conversación rápida, pero siempre será algo truncado, un sustituto de lo auténtico. La conversación tiende a crecer a su propio aire y por sus propios caminos".

Thomas Moore, Las relaciones del alma, Urano, Barcelona, 1995, p. 161-162. Traducción al español de Jorge Luis Mustieles.



"Acaso tampoco el contar cuentos esté de moda, porque cada vez son más abundantes los escurridizos interlocutores que esgrimen el escudo del "no me cuentes cuentos" o del "no estoy para historias", y nunca están dispuestos a prestar atención al relato de lo que no es noticia, de aquello que no es lo sabido por todos, de ese otro lado del espejo del que todos hablan y nadie, salvo el cuentista que tiene alforjas de buhonero con olor a lluvia y a humo, ha visitado".

Miguel Sánchez-Ostiz, Mundinovi: gazeta de pasos perdidos, Pamiela, Pamplona, 1987, p. 164.



"- El arte de escuchar -continúa diciendo [Enric Frigola]- es terriblemente cansado y vale realmente la pena poseer una renta para ahorrarse tener que practicarlo. A mi entender, la forma más concreta y agradable de la independencia es poder vivir sin necesidad de escuchar a nadie".

Josep Pla, El cuaderno gris, Destino, Barcelona, 1981, p. 46. Traducción al español de Gloria de Ros y Dionisio Ridruejo.



"También protesto contra las explicaciones excesivas. Me refiero al hábito de comenzar desde muy atrás y luego avanzar lentísimamente hacia el único hecho que en realidad nos interesaba. Pienso en esas personas que ante la pregunta más modesta -o más impaciente- quisieran abrumarnos con una crónica complicada y enorme [...] Concedemos que el origen de ciertas situaciones políticas es lejano, pero objetamos que siempre intervengan los visigodos".

Alejandro Rossi, "Protestas", en Manual del distraído, Anagrama, Barcelona, p. 180.



"¿Por qué hablas tan alto? No puedo oír lo que dices".

Ralph Waldo Emerson , citado por Roger Aisle y Jon Krausher en Tú eres el mensaje, Paidós, Barcelona, 1993, p. 108. Traducido al español por ...


"¿Puede ser impersonal una buena conversación? [...] ¿Por qué se habla de amor a primera vista pero no de amor al primer sonido? [...] ¿Son necesarios los recuerdos comunes para una conversación que dure toda la vida? [...] ¿Se marchita la mente si no es alimentada por la conversación? [...] ¿Debe discurrir una conversación exactamente como se había previsto para considerarse satisfactoria? [...] ¿Es posible conversar con un cliente, si el cliente siempre tiene la razón? [...] ¿Es más valiosa la conversación en la que más se arriesga? [...]

Theodore Zeldin, Conversación, Alianza, Madrid, 1999. Traducción al español de Belén Urrutia.



"Molte scempiataggini si dicono in compagnia per voglia di favellare. Ma il giovane che ha qualche stima di se medesimo, quando da principio entra nel mondo, facilmente erra in altro modo: e questo è, che per parlare aspetta che gli occorrano da dir cose straordinarie di bellezza o d'importanza. Così, aspettando, accade che non parla mai. La più sensata conversazione del mondo, e la più spiritosa, si compone per la massima parte di detti e discorsi frivoli o triti, i quali in ogni modo servono all'intento di passare il tempo parlando. Ed è necessario che ciascuno si risolva a dir cose la più parti comuni, pero dirne di non comuni solo alcune volte".

Giacomo Leopardi, Pensieri, Rizzoli, Milán, 1988, p. 139.



"Quien tiene poder se recrea en el uso de la palabra, mientras que los que no lo tienen tampoco disponen de un tiempo para sus palabras, ni de tiempo para los silencios necesarios entre palabras; de ahí que los menos poderosos se vean obligados a dar el máximo de información en el menor tiempo posible, aun a riesgo de resultar precipitados, o a callar resignadamente".

Pilar García Mouton, Cómo hablan las mujeres, Arco Libros, Madrid, 1999, p. 78.



"Empezamos a hablar de esto y de lo otro, pero con X eso no se puede hacer. A veces trae escrito en un papel las cosas de las que hemos de hablar, en un orden, y hay que seguirlo [...] Con X [...] no se puede alterar el orden. No son tampoco asuntos muy importantes. Pueden ser, por ejemplo: 1. El ibro de Fulano. 2. ¿Qué tal tu novela?. 3. Recuerdos de Mengano. 4. ¿Dónde vais a pasar la Semana Santa? 5. Tomad, os he traído este disco de Nueva York. 6. No hay derecho, lo que le han hecho a Mengano...". "Al principio nos tomábamos un poco a chirigota ese ordenancismo suyo pero comprendimos que le impacientaba mucho saltar de un tema a otro, como si en su desorden hubiese alguna lógica y en el nuestro ninguna en absoluto. Pero como tampoco nos cuesta darle ese gusto, es él quien decide el protocolo de la conversación y el orden de intervención, quien asigna a cada uno de los puntos del día el tiempo que cree necesario y los desvíos que están tolerados".

Andrés Trapiello, Los hemisferios de Magdeburgo, Pre-Textos, Valencia, 1999.



"Esta inmediatez, esta facilidad para contar y decir, esta incontinencia [verbal] general y esta constancia de las tentativas fallidas [de llamadas a teléfonos móviles] han propiciado un abaratamiento y una trivialización del hablar y del escuchar como nunca se habían dado. Puesto que la cháchara es continua y omnipresente, crece la tendencia a no otorgar la menor importancia a lo que se dice ni a lo que se oye".

Javier Marías, artículo en El País Semanal




"Estoy seguro de que la casualidad nos hace llegar relatos de carácter oracular. Hay una sanación por la escucha -la escucha de la lectura silente o la escucha del recitado- igual que hay una sanación por la escritura y el habla. Lo que decimos, lo que escribimos, lo que cantamos, para que otros lo escuchen, por el hecho de ser dicho, cantado y escrito, nos duele menos, y menos nos atormenta. En el decir existe una manera del regalo y de la comunión, una forma de conjurar la soledad y el miedo".

Carlos Marzal, "La palabra sanadora", en Blanco y negro cultural, 21 de febrero de 2004, p. 6



"Por qué se acaba el arte de contar historias es una pregunta que me he hecho siempre que, aburrido, he dejado pasar largas horas de sobremesa con otros comensales". "... quien no se aburre no sabe narrar. Pero el aburrimiento ya no tiene cabida en nuestro mundo. Han caído en desuso aquellas actividades secretas e íntimamente unidas a él. Ésta y no otra es la razón de que desaparezca el don de contar historias, porque mientras se escuchan, ya no se teje ni se hila, se rasca o se trenza. En una palabra, pues, para que florezcan las historias tiene que darse el orden, la subordinación y el trabajo. Narrar no es sólo un arte, es además un mérito, y en Oriente hasta un oficio".

Walter Benjamin, "El pañuelo", Historias y relatos, Muchnik Editores, Barcelona, 2000, p. 39-40, traducción al español de Gonzalo Hernández Ortega.

CITAS SOBRE LENGUAS Y LENGUAJE






"El respeto por el lenguaje rudimentario, de adjetivos únicos, tics, clichés, no es un favor que se le hace al hablante que lo posee como única variante de expresión. El lenguaje pobre, y su defensa, su culto, consagra y remacha las injusticias sociales y económicas. [...] La libertad individual depende mucho de la competencia (y la incompetencia) lingüística. Vivir en un mundo que uno no es capaz de nombrar es estar condenado a la esclavitud ante las cosas, las noticias, y, sobre todo, ante hablantes con un idioma desarrollado. [...] La indiferencia, el rechazo y hasta la hostilidad por el lenguaje complejo, matizado, flexible, se presentan a veces como forma de luchar contra el poder. De prosperar esta ‘escuela’ es seguro que se estaría condenando a los más débiles a nunca compartir el poder”.

Carlos Liscano, "Igualdad de oportunidades lingüísticas", en Lengua curiosa, Ediciones del Caballo Perdido, Montevideo, 2003, p. 55-57.



"El lenguaje es la capa de ozono del alma, y su adelgazamiento nos pone en peligro".

Sven Birkerts, Elegía a Gutenberg: el futuro de la lectura en la era electrónica, Alianza Editorial, Madrid, 1999, p. 174. Traducción al español de Daniel Manzanares.



"...la fraternidad misteriosa que crea el hecho de llamar desde niños a las mismas cosas con los mismos nombres".

Pedro Salinas, Defensa del lenguaje, Alianza, Madrid, 1992 (edición no venal en el primer centenario del nacimiento de Pedro Salinas).



"El lenguaje ha de sernos tan familiar como nuestra propia vivienda o nuestra propia casa, cuyas habitaciones no necesitamos utilizar constantemente. El sótano de la jerga, el lavadero del desbordamiento emocional y el recinto destinado a la instalación de la calefacción, que alberga la pasión, no los frecuentamos tanto como el comedor del lenguaje coloquial, la habitación de la conversación íntima y la salita de estar en la que hacemos vida social. Lo mismo cabe decir de la buhardilla del lenguaje técnico y de la grandilocuencia, así como de la habitación de invitados, en la que hablamos un lenguaje elevado repleto de extranjerismos. Pero todas las habitaciones y todas las plantas de la casa del lenguaje deben resultarnos accesibles; hemos de poder movernos en ellas con familiaridad y facilidad, incluso con la seguridad de un sonámbulo".

Dietrich Schwanitz, La cultura:. todo lo que hay que saber, Taurus, Madrid, 2003, p. 525. Traducción al español de Vicente Gómez Ibáñez.



"Ningún objeto está en relación constante con el placer (Lacan a propósito de Sade). Sin embargo para el escritor ese objeto existe: no es el lenguaje, es la lengua, la lengua materna".

Roland Barthes, El placer del texto, Siglo XXI, México, 1987 (4.ª edición), p. 61. Traducción al español de Nicolás Rosa.



"Los idiomas son como cauces de la actividad espitritual que en ellos se pone a fluir, pero cauces vivos y dotados de un oscuro poder de orientación que les hace conducir la líquida energía hacia campos sedientes e ignorados".

José Ortega y Gasset, "Problemas culturales: sobre la lengua francesa", en Obras completas, tomo I, Revista de Occidente, Madrid, 1966 (séptima edición), p. 547.



"La lengua es nuestra morada vital [...] La lengua nos hace y en ella nos hacemos. Hablamos y en nuestros labios está el temblor de aquellos millones de hombres que vivieron antes que nosotros y cuyo gesto sigue resonando en nuestra entonación o en los sonidos que articulamos".

Manuel Alvar, "Vivir en la lengua", en Por los caminos de nuestra lengua, Universidad de Alcalá de Henares, 1995, p. 15.



"La palabra no es una etimología sino un puro milagro".

Ramón Gómez de la Serna, citado por Francisco Umbral en Diccionario cheli, Grijalbo, Barcelona, 1983, p. 17.



"La lección de los humildes retruécanos, por otra parte, no deja de tener trascendencia. En ellos aprendemos que entre palabras nunca podemos dejar de ser libres o, para dar gusto a Sartre, que cuando hablamos estamos condenados a la libertad. En efecto, el lenguaje es el verdadero y originario contrato social entre los hombres. Pero a diferencia de todos los contratos posteriores que nos ligan y encauzan, es un contrato hecho para liberarnos de nuestra propia gravedad, de nuestro peso, de la materia que nos identifica entre sus rutinarios límites. Pese a ser un conjunto de leyes que orquestan severamente un recital arbitrario de bramidos, el basso ostinato que resuena como fondo de la lengua es siempre el mismo: '¡Escápate!, ¡más allá, más allá!'. El lenguaje nos da derecho a ponerlo todo del revés".

Fernando Savater, "Deberes y gozos de la palabra", en Loor al leer, Aguilar (colección Crisol), Madrid, 1998, p. 229-230.



"When I first read the dictionary, I thought it was a big poem about everything".

Steven Wright, humorista estadounidense.



"Un ordine di parole può essere più micidiale di una formula chimica".

Gabriele D'Annunzio



"Una ciudad respira cuando hay en ella espacios de la palabra".

Michel de Certeau, citado por Javier Fernández Reina en La ciudad insular, Cádiz, 2001.

CITAS SOBRE EL CASTELLANO





"El idioma -el castellano, el español- llega a ser para nosotros como un licor que paladeamos, y del cual no podemos ya prescindir. Prescindir en el ensayo, en la busca de todos sus escondrijos, de todas sus posibilidades, de todas sus puridades. Ya somos, con tanto beber de este licor, beodos del idioma".

Azorín



"El español es demasiado importante para dejarlo en manos de los españoles".

Guillermo Cabrera Infante



"Es preciso que los hispanohablantes de unos y otros países nos oigamos mutuamente hasta que el uso normal de cada país sea familiar para los otros. Acomodando a nuestra situación lingüística el dicho terenciano, debemos adoptar todos este lema: 'Hablo español, y no considero ajena a mí ninguna modalidad de habla hispánica'".

Rafael Lapesa, “América y la unidad de la lengua española”, en Revista de Occidente, mayo de 1996, y en El español moderno y contemporáneo, Crítica, Madrid, 1996.



"A todos nos conviene la unidad de la lengua española, con las matizaciones locales que hagan falta. Todo el mundo de habla española es un laboratorio creador, y lo práctico es aceptar las innovaciones más convincentes, vengan de donde vengan ol transoceánico como se acerca uno a un ser caliente y animado, no a un producto gramatical”.

Gabriel Zaid, “Prestigio de los mexicanismos”, en El español en el mundo:anuario del Instituto Cervantes 2004, Círculo de Lectores y Plaza & Janés, Barcelona, 2004, p. 106.



"Esta conciencia de herederos de un legado intrínsecamente valioso, pero cuyo valor aumenta, paradójicamente, conforme se multiplican los beneficiarios, puede ser, agotados los argumentos que apelan a la historia común, la razón últiima y decisiva para defender esa unidad del idioma que todos deseamos mantener".

Emilio Lorenzo, “«Utrum lingua an loquentes»? : sobre las presuntas dolencias y carencias de nuestro idioma" (discurso de ingreso en la Real Academia Española, 22 de noviembre de 1981), en El español en la encrucijada, Espasa Calpe (colección Austral), Madrid, 1999.



"Por lo demás, ¿qué quiere decir pureza castellana? El castellano es un latín evolucionado que adoptó elementos ibéricos, visigóticos, árabes, griegos, franceses, italianos, ingleses y hasta indígenas de América. ¿Cómo se puede hablar de pureza castellana, o en qué momento podemos fijar el castellano y pretender que toda nueva aportación constituye una impureza nociva? La llamada pureza es en última instancia una especie de proteccionismo aduanero, de chauvinismo lingüístico, limitado, mezquino y empobrecedor, como todo chauvinismo".

Ángel Rosenblat, Nuestra lengua en ambos mundos, Salvat y Alianza, Barcelona, 1971.



"Porque a mí, haciendo estos paralelos del habla española, me parece que estoy manejando carne en vez de palabras, o palabras hechas carne. Y que hay que acercarse al idioma español transoceánico como se acerca uno a un ser caliente y animado, no a un producto gramatical”.

José Moreno Villa, “El español en boca mexicana”, en Cornucopia de México y Nueva cornucopia mexicana, Fondo de Cultura Económica, Colección Popular, México, 1985, p. 72.



"Si las lenguas tuvieran escudos como los tienen las naciones o los equipos de fútbol, en el de la española no figuraría ni un águila imperial ni un león rampante, ni nada aparentemente noble: figuraría una simple oveja. Trasquilada". [refiriéndose a que el tráfico de personas y mercancías entre los reinos de España en torno al comercio lanero contribuyó desde muy pronto a la necesidad de una lengua común].

Juan Ramón Lodares, Gente de Cervantes, Taurus, Madrid, 2001, p. 71.



"...el español existe en todo su ámbito creadoramente. No hay en sus dominios zonas 'pasivas' o inerciales, con una lengua meramente recibida o residual. No hay tampoco lugares privilegiados en que 'se haga la lengua', frente a otros en que simplemente 'se use'".

Julián Marías, "La lengua española como instalación histórica", en La España real, Espasa, Madrid, 1998, p. 615.



"Vivir para contarla, las memorias del maestro [Gabriel García Márquez] que acaban de aparecer [...] se convierten otra vez, al conjuro de la varita mágica de su autor, en un verdadero festival del lenguaje, la gran cumbiamba del idioma, el parrandón de las frases, el paraíso terrenal de los dicharacheros. Leyéndolo, uno descubre en cada párrafo las maravillas de ese castellano que anda suelto de lengua. La melodía de los arcaísmos, la sinfonía de los vocablos olvidados y la manera de hablar de las viejas costeñas, hacen que uno sienta, al pasar la página, que están resonando en la rueda del cumbión la flauta de millo, el pito atravesado, los cardones y la tambora. Leyéndolo, dan ganas de sacar pareja y pararse a bailar".

Juan Gossaín, "La gran parranda del idioma: breviario para disfrutar a García Márquez", en http://eltiempo.terra.com.co/PROYECTOS/gabo/EXPER/expertos/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-176783.html



"El español es la mejor creación literaria de los españoles".

Somerset Maugham, citado por Guillermo Cabrera Infante en "El español no es una lengua muerta", recogido en Mea Cuba, Plaza y Janés, Barcelona, 1992, p. 447.



"No sólo no somos [los españoles] los dueños de la lengua: incluso, estadísticamente, somos una minoría. Lo he sabido al viajar a los países hispanos de América, al escuchar las musicalidades italianas del español del Río de la Plata, la claridad clásica del español de Colombia, pero lo percibo sobre todo al escuchar el español que se habla en Nueva York, donde existe una confederación de todas las entonaciones y acentos posibles, y donde se da uno cuenta, por contraste con la presencia del inglés y de la civilización sajona, de todas las cosas comunes que nos han legado el idioma y el tiempo, de la amplitud de los espacios imaginarios que nos abre nuestra lengua".

Antonio Muñoz Molina, "Una provincia del idioma", en La vida por delante, Alfaguara, Madrid, 2002, p. 43-44.



"El plan sobre el castellano que tiene el Gobierno no puede fallar... simplemente porque no existe".

Manuel Hidalgo, en su columna del 14 de julio de 2001 en el diario El Mundo.



"¿Cuál será, entonces, el destino del español en estas circunstancias? ¿Se consolidará como lenguaje verdadero, para expresar el interior del ánima y el poder del pensamiento, o se conformará con ser puro lenguaje comunicativo cada vez más mediado por aquella lengua prácticamente universal [el 'inglés americano'], como ninguna koiné lo fue jamás? [...] Con una lengua que tenga detrás un grosor cultural de primer orden, como lo tuvo en un tiempo, y el mundo civilizado entero valoró en lo que importaba, no habrá ciertamente ningún peligro serio para la lengua de España, y en ella será buscado aquello que es imprescindible para ser hombres, y en español está dicho".

José Jiménez Lozano, "Sobre el español y sus asuntos", en El Norte de Castilla, 19 de noviembre de 2000.



"Así como amar a alguien no consiste en firmarle papeles ni en comprarle regalos, sino en quererle, así el amor a la lengua no se prueba promulgando leyes que la protejan o subvencionando obras sólo nominalmente escritas en ella. Así se embalsama un cadáver o se saca brillo a un arma de fuego. Amar la lengua es usarla. Que nosotros ya no usamos la nuestra es algo que habitualmente se nos olvida, y que sólo tenemos ocasión de recordar cuando encontramos la regla misma encarnada en un maestro, y esto es lo que nos ocurre al leer a Rafael Sánchez Ferlosio, cosa que pocos hablantes pueden hacer sin sentir vergüenza de hablar y escribir como solemos hacerlo".

José Luis Pardo, "Razones para leer a Ferlosio", reseña de La hija de la guerra y la madre de la patria publicada en Babelia, suplemento cultural de El País, el 4 de mayo de 2002.


Discurso Nuestra lengua de Octavio Paz



Nuestra lengua           Octavio Paz                Premio Nobel de Literatura 1990

Las vocaciones son misteriosas: ¿por qué aquel dibuja incansablemente en su cuaderno escolar, el otro hace barquitos o aviones de papel, el de más allá construye canales y túneles en el jardín o ciudades de arena en la playa, el otro forma equipos de futbolistas y capitanea bandas de exploradores, o se encierra solo a resolver interminables rompecabezas? Nadie lo sabe a ciencia cierta. Lo que sabemos es que esas inclinaciones y aficiones se convierten, con los, años, en oficios, profesiones y destinos. El misterio de la vocación poética no es menos sino más enigmático. Comienza con un amor inusitado por las palabras, por su color, su sonido, su brillo y el abanico de significaciones que muestran cuando, al decirlas, pensamos en ellas y en lo que decimos. Este amor no tarda en convertirse en fascinación por el reverso del lenguaje, el silencio. Cada palabra, al mismo tiempo, dice y calla algo. Saberlo es lo que distingue al poeta de los filólogos y los gramáticos, de los oradores y los que practican las artes sutiles de la conversación. A diferencia de esos maestros del lenguaje, al poeta lo conocemos tanto por sus palabras como por sus silencios. Desde el principio el poeta sabe, obscuramente, que el silencio es inseparable de la palabra, es su tumba y su matriz, la letra que lo entierra y la tierra donde germina. Los hombres somos hijos de la palabra, ella es nuestra creación; también es nuestra creadora, sin ella no seríamos hombres. A su vez la palabra es hija del silencio: nace de sus profundidades, aparece por un instante y regresa a sus abismos.
Mi experiencia personal y, me atrevo a pensarlo, la de todos los poetas, confirma el doble sentimiento que me ata, desde mi adolescencia, al idioma que hablo. Mis años de peregrinación y vagabundeo por las selvas de la palabra son inseparables de mis travesías por los arenales del silencio. Las semillas de las palabras caen en la tierra del silencio y la cubren con una vegetación a veces delirante y otras geométrica. Mi amor por la palabra comenzó cuando oí hablar a mi abuelo y cantar a mi madre, pero también cuando los oí callar y quise descifrar o, más exactamente, deletrear su silencio. Las dos experiencias forman el nudo de que está hecha la convivencia humana: el decir y el escuchar. Por esto, el amor a nuestra lengua, que es palabra y es silencio, se confunde con el amor a nuestra gente, a nuestros muertos, los silenciosos y a nuestros hijos que aprenden a hablar. Todas las sociedades humanas comienzan y terminan con el intercambio verbal, con el decir y el escuchar. La vida de cada hombre es un largo y doble aprendizaje: saber decir y saber oír. El uno implica al otro: para saber decir hay que aprender a escuchar. Empezamos escuchando a la gente que nos rodea y así comenzamos a hablar con ellos y con nosotros mismos. Pronto, el círculo se ensancha y abarca no sólo a los vivos, sino a los muertos. Este aprendizaje insensiblemente nos inserta en una historia: somos los descendientes no sólo de una familia sino de un grupo, una tribu y una nación. A su vez, el pasado nos proyecta en el futuro. Somos los padres y los abuelos de otras generaciones que, a través de nosotros, aprenderán el arte de la convivencia humana: saber decir y saber escuchar. El lenguaje nos da el sentimiento y la conciencia de pertenecer a una comunidad. El espacio se ensancha y el tiempo se alarga: estamos unidos por la lengua a una tierra y a un tiempo. Somos una historia.
La experiencia que acabo toscamente de evocar es universal, pertenece a todos los hombres y a todos los tiempos, pero en el caso de las comunidades de habla castellana aparecen otras características que conviene destacar. Para todos los hombres y mujeres de nuestra lengua, la experiencia de pertenecer a una comunidad lingüística está unida a otra: esa comunidad se extiende más allá de las fronteras nacionales. Trátese de un argentino o de un español; de un chileno o de un mexicano, todos sabemos, desde nuestra niñez, que nuestra lengua nacional es también la de otras naciones; y hay algo más y no menos decisivo: nuestra lengua nació en otro continente, en España, hace muchos siglos. El castellano no sólo trasciende las fronteras geográficas sino las históricas, se hablaba antes de que nosotros, los hispanoamericanos, tuviésemos existencia histórica definida. En cierto modo, la lengua nos fundó o al menos hizo posible nuestro nacimiento como nación. Sin ella, nuestros pueblos no existirían o serían algo muy distinto a lo que son. El español nació en una región de la península ibérica y su historia, desde la Edad Media hasta el siglo XVI, fue la de una nación europea. Todo cambió con la aparición de América en el horizonte de España. El español del siglo XX no sería lo que es sin la influencia creadora de los pueblos americanos con sus diversas historias, psicologías y culturas. El castellano fue trasplantado a tierras americanas hace ya cinco siglos, y se ha convertido en la lengua de millones de personas. Ha experimentado cambios inmensos y, sin embargo, sustancialmente sigue siendo el mismo. El español del siglo XX, el que se habla y se escribe en Hispanoamérica y en España es muchos españoles, cada uno distinto y único, con su genio propio; no obstante, es el mismo en Sevilla, Santiago, La Habana. No es muchos árboles, es un solo árbol pero inmenso, con un follaje rico y variado, bajo el que verdean y florecen muchas ramas y ramajes. Cada uno de nosotros, los que hablamos español, es una hoja de ese árbol. ¿Pero realmente hablamos nuestra lengua? Más exacto sería decir que ella habla a través de nosotros. Los que hoy hablamos castellano somos una palpitación en el fluir milenario de nuestra lengua.
Se dice con frecuencia que la misión del escritor es expresar la realidad de su mundo y su gente, es cierto, pero hay que añadir que, más que expresar, el escritor explora su realidad, la suya propia y la de su tiempo. Su exploración comienza y termina con el lenguaje. ¿Qué dice realmente la gente? El poeta y el novelista descifra el habla colectiva y descubre la verdad escondida de aquello que decimos y de aquello que callamos. El escritor dice, literalmente, lo indecible, lo no dicho, lo que nadie quiere o puede decir. De ahí que todas las grandes obras literarias sean cables de alta tensión, no eléctrica sino moral, estética y crítica. Su energía es destructora y creadora, pues sus poderes de reconciliación con la terrible realidad humana no son menos poderosos que su potencia subversiva. La gran literatura es generosa, cicatriza todas las heridas, cura todas las llagas y aun en los momentos de humor más negro dice: sí a la vida.
Explorar la realidad humana, revelarla y reconciliarnos con nuestro destino terrestre sólo es la mitad de la tarea del escritor: el poeta y el novelista son inventores, creadores de realidades. El poema, el cuento, la novela, la tragedia y la comedia son, en el sentido propio de la palabra, fábulas: historias maravillosas en las que lo real y lo irreal se enlazan y confunden. Los gigantes que derriban a Don Quijote son molinos de viento y, simultáneamente, tienen la realidad terrible de los gigantes. Son invenciones literarias que nublan y disipan las fronteras entre ficción y realidad. La ironía del escritor destila irrealidad en lo real, realidad en lo irreal. La literatura de nuestra lengua, desde su nacimiento hasta nuestros días, ha sido una incesante invención de fábulas, que son reales aún en su misma irrealidad. Menéndez Pidal decía que el realismo era el rasgo que distinguía a la épica medieval española de la del resto de Europa. Verdad parcial y de la que me atrevo a disentir: en el realismo español, aun el más brutal, hay siempre una veta de fantasía.
La lengua es más vasta que la literatura. Es su origen, su manantial y su condición misma de existencia; sin lengua no habría literatura. El castellano contiene a todas las obras que se han escrito en nuestro idioma, desde las canciones de gesta y los romances, a las novelas y poemas contemporáneos; también a las que mañana escribirán unos autores que aún no nacen. Muchas naciones hablan el idioma castellano y lo identifican como su lengua maternal; sin embargo, ninguno de esos pueblos tiene derechos de exclusividad, y menos aún de propiedad. La lengua es de todos y es de nadie, ¿Y las normas que la rigen? Sí, nuestra lengua, como todas, posee un conjunto de reglas, pero esas reglas son flexibles y están sujetas a los usos y a las costumbres: el idioma que hablan los argentinos no es menos legítimo que el de los españoles, los peruanos, los venezolanos o los cubanos. Aunque todas esas hablas tienen características propias, sus singularidades y sus modismos se resuelven al fin en unidad. El idioma vive en perpetuo cambio y movimiento; esos cambios aseguran su continuidad, y ese movimiento, su permanencia. Gracias a sus variaciones, el español sigue siendo una lengua universal, capaz de albergar muchas singularidades y el genio de muchos pueblos.
Tal vez sea oportuno señalar aquí, de paso, que precisamente la inmensa capacidad de cambio que posee el lenguaje humano le da un lugar único en los sistemas de comunicación del universo, desde los de las células a los de los átomos y los astros. Hasta donde sabemos, esos sistemas son circuitos cerrados; entre la transformación de los glóbulos rojos en blancos y viceversa, en la circulación de la sangre, y la de los planetas alrededor del sol, por ejemplo, no hay, en el sentido propio de la palabra, comunicación. Cada sistema, además, obedece a un programa fijo y sin variaciones. Trátese de la información genética o de las numerosas interacciones entre las partículas elementales o en los sistemas solares que contiene el universo, los mensajes y sus modos de transmisión son siempre los mismos. Cierto, todos los sistemas conocen mutaciones —su función, justamente, en la mayoría de los casos, consiste en causarlas o producirlas— pero esos cambios son parte del sistema o se integran a él rápidamente. Cualesquiera que sean su duración y sus mutaciones, los sistemas no tienen historia. Ocurre lo contrario con el lenguaje humano: su proceso es imprevisible y no está fijado de antemano; es una diaria invención, el resultado de una continua adaptación a las circunstancias y a los cambios de aquellos que, al usarlo, lo inventan: los hombres.
El lenguaje está abierto al universo y es uno de sus productos prodigiosos, pero igualmente por sí mismo es un universo. Si queremos pensar, vislumbrar siquiera el universo, tenemos que hacerlo a través del lenguaje, en nuestro caso, a través del español. La palabra es nuestra morada, en ella nacimos y en ella moriremos; ella nos reúne y nos da conciencia de lo que somos y de nuestra historia; acorta las distancias que nos separan y atenúa las diferencias que nos oponen. Nos junta pero no nos aísla, sus muros son transparentes y a través de esas paredes diáfanas vemos al mundo y conocemos a los hombres que hablan en otras lenguas. A veces logramos entendernos con ellos y así nos enriquecemos espiritualmente. Nos reconocemos, incluso, en lo que nos separa del resto de los hombres. Estas diferencias nos muestran la increíble diversidad de la especie humana y simultáneamente su unidad esencial. Descubrimos así una verdad simple y doble: primero, somos una comunidad de pueblos que habla la misma lengua y segundo, hablarla es una manera, entre otras, de ser hombre. La lengua es un signo, el signo mayor de nuestra condición humana.

Refranes